viernes, 20 de mayo de 2011

NOTA EN NOTICIAS URBANAS

Nadie se atreva a tocar a mi vieja ...

Ella, que se llama Flor, está sola. Espera. Saca una pistola. La guarda. Está esperando a su madre para ajustar viejas cuentas pendientes. Amor y odio, suscitado por la pérdida del padre amado, atropellado por un camión porque “mamá tenía tos y quería un antibiótico”. Edipo mete la cola lo justo y necesario pero sin que esto implique caer en una puesta “psicológica” aunque, obviamente, va a tener un tinte de ese tenor con respecto a la protagonista. Ella, que apenas menciona su nombre, vive sola pero no puede con su alma. O dice que no puede. Entabla diálogos invisibles con su madre que está por llegar. Habla, llora, grita y ríe. Culpas y cargos en medio de la tensión de una espera que debe terminar de un momento a otro, mientras el reloj sigue su irremediable destino. La casa, exactamente recreada por una escenografía que ubica a la protagonista en medio de su personalidad y sus pesadillas, es el marco adecuado para la acción. Con un texto fuerte, Eduardo Rovner se mete en el terreno de las relaciones familiares de manera seria y elocuente. ¿Su herramienta? La actuación exacta de Mercedes Funes que transita por la angustia y la locura pero sin caer en ninguna caricaturización, dando cuenta de su sapiencia para el personaje.
“Te voy a matar, mamá” toca el tema de la relación madre-hija con seriedad y sin caer en clichés de ningún tipo.
 Por Daniel Gaguine

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