viernes, 29 de abril de 2011

NOTA EN SHOW ONLINE

Sócrates, el encantador de almas

Recomienda: Sol Ubalton

Sonidos del viento,suaves y lacerantes flautas anticipando el injusto final que ya todos conocemos.
Vivir y no vivir.Morir,muriendo.
      Dentro de este marco,un apasionado profesor se desdobla ancarnando al viejo y ya indefenso,despues de haber dado miles de razones en su accionar justificando su noble objetivo:Dar luz a mentes ciegas,"ayudar a parir",como su madre,"esculpir y modelar" hombres utiles,como su padre.
      Luis Campos,con una destacada interpretacion,lleva al publico a transitar por aquellas plazas y calles Atenienses convirtiendolo en alumno y bruscamente lo sienta junto a ese consejo obtuso y soberbio proclamador de estupideces que lo juzga y castiga.
      60 minutos sustentados con bellas y sabias palabras que construyen reflexivas frases,nos transportan en el tiempo y nos dan que pensar en el presente. ¿Somos fieles a nosotros mismos?
                ¿La hipocrecia y la vanidad nunca nos tientan? ¿Cedemos ante ellas?
                   "Detras de todo gran hombre se esconde un vanidoso hipocrita."
       En este ambito austero,despojado de todo bien material pero repleto de sabiduria y nobleza,las luces acompañan cada movimiento y la sombra como otro personaje,participa en la escena.
       El actor se desplaza por todo el proscenio,sentado,acostado,bajando y volviendo a subir.Erguido y exhausto se permite con sutiles toques de ironia y de humor ,ser complice del espectador ,a quien le revela su confesion,aquello que no se escribio en ningun libro.
        "Por mirar las estrellas cayo en un poso"
 En la busqueda incesante del conocimiento,paso por alto y se alejo del amor.Su mujer,sus hijos.Nuestros seres mas cercanos y queridos olvidados en la vertiginosa carrera de la evolucion espiritual y material,encandilados por la fastuosidad .
         Por sus descuidos,Socrates se halla insensible.Culpable.          

NOTA EN EL ALTILLO UNDER

TE VOY A MATAR, MAMÁ

Cuando estamos solos se nos pueden ocurrir muchas razones. En este caso, muchas para matarla a ella, a mamá. Ese ser que tanto nos marca desde el principio, ese a quien le atribuimos nuestras gracias y muchos de nuestros pesares. Ese ser que nos alienta pero también ese ser que nos pesa; que nos recuerda lo que somos y lo que NO somos.

Eduardo Rovner trae a Ciudad Cultural Konex esta obra para desmenuzar y disfrutar. De la notable actuación de Mercedes Funes es que apañamos y criticamos a esta hija y a sus razones para el asesinato de su progenitora.
Emociones, nervios, contradicciones y frustraciones que hacen de Te voy a matar, mamá, una obra que nos hace viajar por el amor; el odio; el planteo de las relaciones más complejas que, a simple vista, nos parecen las más simples.
Te voy a matar, mamá es el conmovedor –pero duro- camino de la libertad, de redefinirse a sí mismo.

Para El Altillo Under Canela Ferrara
Link: http://elaltillounder.blogspot.com/2011/04/cuando-estamos-solos-se-nos-pueden.html

martes, 26 de abril de 2011

NOTA EN SHOWONLINE

Te voy a matar, mamá

Recomienda: Alejandro Schaefer
La Ciudad Cultural Konex nuevamente presenta una propuesta de gran calidad, no es para sorprenderse, claro está. Esta vez le toca el turno a un unipersonal perfecto, una obra donde el conflicto se centra en una supuesta relación amor-odio de las protagonistas: madre e hija. Una madre que nunca aparece en escena pero que está más presente que la propia hija, una chica absolutamente fuera de sus cabales y para la cual no existe un punto medio. ¿Será cierto todo lo que dice este personaje y las atrocidades que cuenta? Nunca se sabrá, lo que si sale a la luz son las situaciones irresueltas desde la infancia y que producen consecuencias difíciles de sopesar en la adultez. La historia revelará un final inesperado, y más aún, si uno venía prestándole atención a cada una de las complejas historias narradas por esta joven de pensamientos profundos.
Mercedes Funes, en un papel inolvidable, demuestra nuevamente una ductilidad sin precedentes, con matices que logran emocionar a la platea en cada uno de los parlamentos. La puesta es sencilla, atinada. La escenografía y los efectos de sonido aportan un cálido ambiente para que la gente se compenetre a lo largo de los sesenta minutos de duración. El trabajo de dirección de Eduardo Rovner es perfecto y a punto para esta historia tan delicada y profunda.

NOTA EN CULTURA & ESPECTÁCULOS DE PÁGINA 12

Sábado, 23 de abril de 2011

TEATRO › ENTREVISTA AL DRAMATURGO Y DIRECTOR EDUARDO ROVNER

“Hacer y descubrir da placer”

Multifacético, acaba de estrenar Te voy a matar, mamá y Sócrates, el encantador de almas, en Ciudad Cultural Konex. Premiado y con experiencia institucional y académica, disfruta también de la reposición de Don Arturo Illia, que se ofrece en el Teatro de la Comedia.

Por Hilda Cabrera
Admira a los autores que se instalan en un lenguaje y lo transmiten con naturalidad, aun el más arcaico. Quizás esa forma de expresión surja en una próxima obra, que se sumaría a las cuarenta que ha creado, incluidas versiones para comedia musical y ópera. Sus textos no quedan arrumbados: se lo estrena en la Argentina y en el exterior. Dramaturgo e ingeniero electrónico, psicólogo social –egresado de la Escuela de Enrique Pichón Rivière– y músico, con estudios de violín, Eduardo Rovner acaba de estrenar Te voy a matar, mamá (sábados a las 21 y domingos a las 19) y Sócrates, el encantador de almas (sábados a las 22.30 y domingos a las 20.30), en Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131. Premiado y con experiencia institucional y académica, disfruta de la reposición de Don Arturo Illia (miércoles, jueves y viernes a las 21; sábados 20 y 22 y domingos a las 19), que se ofrece en el Teatro de la Comedia, Rodríguez Peña 1062, con protagónico de Luis Brandoni y dirección de Héctor Gióvine, donde –a diferencia de la versión de 2009 (Illia, ¿quién va a pagar todo esto?)– domina lo teatral sobre lo narrativo. La pieza enlaza la política y la cotidianidad de quien fue presidente entre 1963 y 1966, derrocado tras el golpe militar del 28 de junio que lideró Juan Carlos Onganía.
No son las únicas puestas que se verán este año. Rovner anticipa otros títulos: El otro y su sombra, que dirigirá Christian Barrientos, en el Teatro Tadron, donde en el mes de julio se realizará una versión de Volvió una noche. A partir de mayo subirán a escena Viejas ilusiones y El padre, el hijo y el espíritu volátil, con dirección de Liliana Malkin, y El tren de soñar, una puesta de Corina Fiorillo. La doble tarea de ocuparse de la dramaturgia y la dirección lo acompaña desde la presentación de La mosca blanca, en 2000, antes de recibir frecuentes invitaciones de “lugares exóticos”. En junio, artistas polacos estrenarán La mosca... en Cracovia y Varsovia. Será invitado de honor en Praga, donde se ofrece desde temporadas atrás Volvió una noche, Compañía, Cuarteto y ahora La mosca.... En diálogo con Página/12, Rovner atribuye esa difusión “al éxito brutal de Volvió..., que entusiasmó a los programadores, siempre a la búsqueda de obras”. El trámite fue sencillo: “Me pidieron el texto, preguntaron por los derechos, les interesó y siguieron con las siguientes. Esto pasó hace ya ocho años”, resume.
–En Volvió... mostró el conflicto entre un hijo que no cumple los mandatos y su idische mame. ¿Qué diferencia hay entre la rebeldía del hijo varón respecto de la madre y el cuestionamiento que suele hacer una hija?
–A diferencia del varón, la mujer puede ser normalmente incoherente cuando atraviesa una situación crítica, “un momento de nervios”. Entonces, si lo normal es la incoherencia, es posible ingresar a esa zona que llamaría “el fluir de lo inconsciente”, donde prevalece lo arbitrario, que en Te voy a matar, mamá se conecta con el sufrimiento. La protagonista queda sola. Esto produce un vuelco en su vida. En su repaso, ella culpa a su madre por lo que sufre.
–En el universo de las relaciones, ¿cómo caracterizaría al femenino?
–El mundo femenino es, en mi opinión, mucho más interesante que el de los varones. Desde un punto de vista cultural, la figura del hombre está asociada a lo racional y, en muchos casos, al héroe. La mujer es menos lineal, sus contradicciones son numerosas, y no por debilidad. La mujer vive, todavía, en un mundo que no la considera como debiera. Por eso, una de las obras que me tienta dirigir es Noche de ronda, que todavía no estrené, donde los personajes son tres mujeres.
–¿Por qué esta necesidad de hurgar en los conflictos familiares?
–No es lo único que me atrae. En mi teatro hay varias vetas, una pasa por las relaciones familiares y otras por la política y el teatro poético. Sobre lo político puedo nombrar Concierto de aniversario, Cuarteto, Don Arturo Illia –que tuvo varias versiones y nombres– y Sócrates, el encantador..., incluido su componente filosófico. Lo poético está en La mosca... Aclaro que en Te voy a matar... me importa indagar en la imagen que una hija tiene respecto de su madre. Esto no significa que esa imagen se ajuste a la real.
–¿Establece relaciones entre sus obras?
–Una es la que tiene al ex presidente Arturo Illia como personaje y otra, la que se desarrolla en torno de Sócrates. Las dos nacieron durante el “menemato”. Mi intención con Illia... era mostrar que aun entonces era posible aspirar a otra forma de vida. Algo parecido intenté en Sócrates.... Era el momento en que se tomaban como “normal” la corrupción y la ostentación, pero había lugar para seguir luchando por modificar ese estado de cosas. Me cansa el hábito de los que critican y no aportan. La sociedad acaba por tomar como natural tanto la corrupción como la crítica.
–¿Ejemplos de esto serían la crítica convertida en show y la crítica sin autocrítica?
–Claro, esos comportamientos sociales cierran las puertas al cambio. Durante el gobierno de Illia se abrió la posibilidad de llevar adelante un proyecto de política nacional, con un presidente honesto. Pero no pudo ser. Illia sufrió embates de todo tipo. Murió humildemente en un hospital de Córdoba. Los medios fueron feroces con él. Esto lo contamos en mi obra, porque la gente olvida fácilmente. Ramiro de Casasbellas, director en esa época de Primera Plana, publicación que apoyó el golpe, escribió una carta en esa revista, arrepintiéndose de lo que había hecho. Cuando empecé Sócrates..., estábamos viviendo el momento en que los políticos se pasaban de bando sin ningún pudor para alcanzar más poder y obtener un cargo o más dinero. Daba lo mismo pertenecer a uno u otro partido. Sócrates se me aparecía como una figura de gran coherencia. En mi opinión es un personaje dramático importantísimo. Galileo, otra figura interesante, termina cediendo, Sócrates no, aun cuando al condenarlo la Asamblea ateniense le dio opciones: años de cárcel, multa, arrepentimiento, destierro...
–Que a veces era tan duro como la muerte...
–Pero podía ir a otra ciudad, como el griego Anaxágoras (presocrático), también condenado. Claro que, exiliado, se dice que Anaxágoras se dejó morir de hambre. Sócrates no quiso desdecirse ni ser prisionero de esos magistrados, tampoco tenía dinero para pagar la multa. Decidió tomar la cicuta.
–¿Por qué lo califica de encantador de almas?
–Como sabemos, a Sócrates se lo llamó “el tábano de Atenas”. Se defendió dialogando y debatiendo, porque no dejó escritos. Lo acusaron de corromper a la juventud con sus ideas, pero la juventud estaba, como diríamos hoy, encantada. La juventud tiende a cuestionar, y Sócrates cuestionaba.
–Viniendo de la dramaturgia, ¿cuál es su idea de dirección?
–Las teorías surgen con la práctica. La mosca blanca fue mi primera dirección, y quise darle tono poético. Cuando uno desarrolla una dramaturgia escénica se da cuenta de que tiene que tener menos celo respecto de lo escrito. No tengo problema en sacar escenas e inventar otras. Ese es un acto creativo similar a la escritura más convencional. Uno descubre imágenes y formas nuevas, y la obra se modifica. En esta etapa de mi vida, el deseo de ocupar imperiosamente un lugar va desapareciendo. Lo que pretendo es sentir placer, y estoy convencido de que hacer y descubrir genera placer.

Link: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/10-21484-2011-04-23.html

NOTA EN RADAR DE PÁGINA 12

Domingo 10 de Abril de 2011

FAN › UN DRAMATURGO ELIGE SU ESCENA DE PELICULA FAVORITA: EDUARDO ROVNER Y ¿DONDE ESTAS HERMANO?, DE LOS HERMANOS COEN

El alma está para usarla

Por Eduardo Rovner

Los Coen me rompieron la cabeza hace muchos años, desde Barton Fink, donde también empezó a deslumbrarme John Turturro. Después vinieron Fargo, que también es magistral, El gran Lebowski, ¿Dónde estás hermano? y otras. Ya eran demasiadas películas muy buenas y me empecé a preguntar por qué era que me gustaban tanto, qué tenían. Y lo cierto es que me siento muy identificado con algo que tienen los Coen: una poética de “lo increíble pero posible”, de la que también habla Peter Brook. Los hermanos Coen trabajan mucho con este concepto. Si uno se pone a pensar en la mayoría de las situaciones de sus películas, se encuentra con un punto en el que te decís: pero, esto es increíble” y sin embargo es perfectamente posible. Me acuerdo, por ejemplo, del comienzo de Fargo, con la pareja en la cama, y el tipo sirviéndole el desayuno a ella, hasta que ella se prepara para ir a trabajar y descubrís que es policía. Ella, fiel imagen de una esposa dulce y amorosa tiene que acudir a un llamado para investigar un accidente que posiblemente sea un asesinato. La situación genera sorpresa, y a la vez, no hay nada que uno diga que es imposible en la vida real. Sus películas están plagadas de sorpresas y cargadas de esta poética del absurdo que suele caer en la parodia y en la caricatura. Parodias y caricaturas muy particulares ya que se viven como reales.

Como hay caricatura en esta escena de ¿Dónde estás hermano?, que es una de mis favoritas. Aparece la caricatura del político en los candidatos a gobernadores, hay caricatura del Ku Klux Klan, y en el personaje de George Clooney, que es un tipo al que le gusta hablar “difícil”, con frases pulidas, bien estructuradas, pero que en el fondo lo que dice son las mayores barbaridades. Tiene algo de parodia de la intelectualidad más superflua. ¿Cuántos tipos conoce uno en la vida que se les da por hablar complicado, que te cuesta seguirlos y a los que una vez que los entendés, te das cuenta de que dijeron una barbaridad? Son lo que se llamaría intelectualoides ¿no?
La película está llena de grandes escenas pero la que más me gusta y me sorprendió, es cuando ellos se escapan de la cárcel, se hacen de un coche –no me acuerdo muy bien cómo– y se lo llevan por una ruta en la que no hay un alma hasta que llegan a un cruce de rutas donde vemos a un negro con el estuche de una guitarra. Y estos tres protagonistas, que están yendo a buscar el tesoro que había escondido uno de ellos antes de que lo metieran en la cárcel, en Memphis, justo se estaban haciendo la idea de formar un pequeño conjunto, para sacar algo de dinero para sobrevivir, cuando se les aparece este negro haciendo dedo y lo suben al auto. Comienzan a hablar y le preguntan: ¿Vos tocás bien la guitarra? A lo que él responde: Sí, toco muy bien. ¿Muy bien? Sí, muy muy bien. (Estoy citando de memoria, no me lo acuerdo textual, es una escena que me impresionó y no me la olvido más, aunque la haya visto hace más de diez años y cada tanto puedo volver a ver alguna parte de la película en cable.) “¿Y cómo hiciste para aprender a tocar tan bien?”, le preguntan. “Y, le vendí mi alma al diablo a cambio de tocar muy bien la guitarra”, dice el negro, a lo que el tipo que viaja al lado de él en los asientos traseros del auto le pregunta, sorprendido: ¿Para tocar bien la guitarra le vendiste el alma al diablo? Y la respuesta es: “Y, es que la usaba tan poco...”. Es una escena extraordinaria, porque dice con humor algo que parece increíble, fantástico, pero es real, es lo que nos pasa a todos hoy: usamos tan poco el alma...
No hay ninguna duda que absorbí mucho de lo que me gusta de las películas de los Coen para mis obras. Creo, además, que uno absorbe de todos lados. Cuando me preguntan cuáles son mis influencias yo digo: todo. Influyen las películas que vi, los libros que leí, las obras de otros, mis amigos, mis hermanos, los hombres y las mujeres que conocí; todo interviene. Y de los hermanos Coen me identifico con algo en particular; diría que en varias de mis obras usé ese humor, esa ironía que encierran algunas escenas dramáticas absurdas, patéticas. Y me inspiré en sus diálogos y personajes maravillosos.
Ahora, con respecto a esta escena en particular y el alma vendida, creo que capta algo del mundo en el que vivimos; que la espiritualidad está en decadencia en el mundo occidental. El dinero es el máximo valor y esto está especialmente claro en el cine, que es una industria.
La pregunta entonces sería si yo alguna vez sentí que vendí mi alma. Creo que, a diferencia de lo que pasa en el cine de Hollywood, en el teatro de arte hay muchísima gente que no sólo no gana dinero sino que lo pierde, que tiene que ponerlo de su bolsillo para hacer aquello que quiere; y creo que por eso es que en el teatro el alma, la espiritualidad, el arte, las ganas de expresar un conflicto, de denunciar una sociedad injusta, son más naturales e importantes que en el cine. Sigue siendo válido el concepto de teatro independiente. Pero, también tengo que decir que, con más de cuarenta obras escritas, no sé si jamás escribí pensando en el dinero. He tratado de no hacerlo, he tratado de expresar siempre conflictos propios o de la sociedad, y de usar recursos sorprendentes como los de los Coen en sus películas. Pero no me animo a decir que no, que nunca vendí mi alma. Siempre hay algunos condicionantes que uno acepta para poder hacerse un lugar en el mundo en que vivimos.


Link:http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/17-6953-2011-04-10.html

lunes, 11 de abril de 2011

NOTA EN LA NACIÓN

Ser autor y ser director

Si en los últimos años la producción dramática de Eduardo Rovner circulaba con notable éxito por diversas ciudades europeas y latinoamericanas, este año el proceso parece empatarse en la Argentina. De aquí a fin de año el autor tiene previsto estrenar cinco piezas. A ellas se suma la actual reposición de Don Arturo Illia , en La Comedia y, a mediados de año, será el turno de otra reposición: Volvió una noche, en el Tadrón.
Las primeras producciones tendrán su estreno esta noche en la Ciudad Cultural Konex. Se trata de dos unipersonales cuya dirección está a cargo del mismo Rovner: Te voy a matar mamá , interpretado por Mercedes Funes, y Sócrates, el encantador de almas , cuyo protagonista es Luis Campos.
Dos mundos ligados a una misma realidad, la relación con la muerte. En el primero, una hija se prepara para asesinar a su madre; en el segundo, un profesor que se identifica con Sócrates, se interesa por los sentimientos de un hombre que prefirió la muerte antes que ceder a los ofrecimientos que le hacía la Asamblea Ateniense para conmutarle la pena. El prefirió beber la cicuta antes que relegar sus pensamientos.
Intentando reconocer una relación entre ambos materiales dramáticos, Eduardo Rovner considera que "aparecen, por un lado, desencuentros familiares y, por otro, cuestiones políticas y sociales. Me interesa, en general, escribir sobre el conflicto entre el deseo individual y las estructuras culturales que crea el hombre para organizarse socialmente. Conflicto que hace a la historia de la humanidad. Todo hombre necesita estructuras que lo contengan y le generen cierta seguridad y, por otro lado, lucha por la realización de sus deseos individuales. Creo que este par dialéctico es un motor para el avance hacia una síntesis que genera un conflicto? inestable, claro".
-Dos seres notablemente políticos asoman en su última escritura, Arturo Illia y Sócrates
-Sócrates surgió como consecuencia de observar la poquísima convicción de la mayoría de los políticos en sus ideas. Si Galileo es uno de los grandes héroes de la literatura dramática, a pesar de haber cedido frente a sus acusaciones, Sócrates tiene la particularidad de haber decidido, antes que dejar de filosofar y ser fiel a sus pensamientos, tomar cicuta. Tuve la pretensión de mostrar un personaje absolutamente opuesto a la gran mayoría que nos ofrecía la sociedad. Y diría que Don Arturo Illia también tiene esa ambición: la honestidad, la austeridad, la política nacional, la pobreza, en una sociedad que hasta se vanagloria de sus ansias materiales y muchas veces entrega el país sólo para enriquecerse como socios de quienes se quedan con todo.
-Le está interesando detenerse en personajes específicos, ahondar más en una conducta individual? ¿Por qué?
-Creo que el gusto por los personajes singulares, específicos, tiene que ver con una estética que se me ha ido afirmando y quizá sinteticé en mi gusto por el cine de los hermanos Cohen y las palabras de Peter Brook acerca de lo increíble pero posible. Esto lleva a situaciones absurdas, a veces caricaturescas, tanto dramáticas como cómicas, ridículas, siempre sorpresivas, en las que podríamos reconocernos. Respecto al ahondamiento me interesa indagar en el fluir del inconsciente, descubrir las razones de las conductas de las personas-personajes.
-La dirección es ahora también una actividad en su carrera. ¿Cómo se va dando este proceso de la escritura en escena junto al actor?
-Empecé a dirigir en 2000. En un principio me decidí a hacerlo porque quería que lo que se expresase en el escenario fuese lo que la obra proponía, pero inmediatamente me di cuenta que escuchando y viendo el texto en boca y cuerpo de los actores aparecían otras lecturas que me interesaban más que las que se me habían ocurrido mientras escribía. Tanto que quito, agrego o cambio textos en función de lo que va surgiendo. Ahora la dirección me resulta tan fascinante y creativa que en los planes de actividad para cada año siempre incluyo, además de la escritura, una o dos direcciones.
Entre los proyectos que siguen en la agenda de Eduardo Rovner figuran los estrenos: El otro y su sombra , en el Tadrón, con dirección de Christian Barrientos, en mayo; Viejas ilusiones y El padre, el hijo y espíritu volátil , dirigida por Liliana Malkin, en julio; y El tren de soñar , con dirección de Corina Fiorillo, con fecha a confirmar.
Carlos Pacheco

 Link: http://www.lanacion.com.ar/1363946-ser-autor-y-ser-director