viernes, 11 de marzo de 2011

SÓCRATES, EL ENCANTADOR DE ALMAS

Un profesor se identifica con Sócrates hasta ocupar, imaginariamente su lugar. El autor se interesa por los sentimientos de un hombre que prefirió la muerte antes que ceder a todos los ofrecimientos que le hacía la Asamblea Ateniense para conmutarle la pena, desde que pague una pequeña multa, hasta que deje de filosofar. Trata de mostrar el ejemplo, realmente necesario en nuestros días, de un hombre que, como sabemos, eligió beber la cicuta antes de dejar de ser quien era.

Cuenta Eduardo Rovner sobre la Puesta en Escena
Siempre me interesó la complejidad de las relaciones humanas. Por otra parte, creo en el arte como posibilidad de un acercamiento a los misterios de las pasiones, tanto como una herramienta importantísima para dejar testimonio del tiempo que vivimos. Y el acercamiento al misterio de las pasiones nos permite entender un poco más, paso esencial para la posible solución de un conflicto.
Los monólogos y los unipersonales me brindan la posibilidad de adentrarme más profundamente en los sentimientos complejos e irracionales de los personajes frente a ciertos conflictos. Me permiten escuchar “el fluir de la conciencia y del inconsciente” de alguien que me interesa frente a una situación determinada.
En el teatro, el monólogo es, en realidad, una forma de diálogo en el que una persona desarrolla sus acciones, pensamientos, exterioriza sus sentimientos dirigiéndose, casi siempre, a otro u otros personajes que pueden estar o no. Digo que casi siempre se dirigen a otro porque en ciertos monólogos, los personajes alternan sus expresiones dirigidas a un destinatario con soliloquios que, aparentemente, no tienen un claro receptor. Y digo que esos receptores pueden estar o no, porque existe la posibilidad, como intenté en “El otro y su sombra”, de que haya 2 personajes en escena, de los cuales sólo uno habla desarrollando su acción y discurso por su interpretación “arbitraria” de los gestos del otro
Ese fluir de la conciencia y del inconsciente, también llamado “monólogo interior”, nos permite, como dije antes, a través de la exposición dramática y desordenada, la asociación aparentemente absurda, frente a una acción determinada que se proponen los personajes, conocer o intuir más sus sentimientos, recuerdos, reflexiones  que los lleva a ejecutar esa acción o impredecible o prefijada.
En "Sócrates, el encantador de almas", a partir de un profesor que se identifica con Sócrates hasta ocupar, imaginariamente su lugar, el autor se interesa por los sentimientos de un hombre que prefirió la muerte antes que ceder a todos los ofrecimientos que le hacía la Asamblea Ateniense para conmutarle la pena, desde que pague una pequeña multa, hasta que deje de filosofar. Trata de mostrar el ejemplo, realmente necesario en nuestros días, de un hombre que, como sabemos, eligió beber la cicuta antes de dejar de ser quien era.

Ficha Técnica
Autor: Eduardo Rovner
Actuación: Luis Campos
Asistencia De Dirección: Javier Delgado
Vestuario: Ana Sellan
Musicalización: Pablo Rovner
Producción Ejecutiva: Rubén Sibilia
Prensa: Simkin & Franco
Co-Dirección: Fabi Maneiro
Dirección: Eduardo Rovner

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