lunes, 11 de abril de 2011

NOTA EN LA NACIÓN

Ser autor y ser director

Si en los últimos años la producción dramática de Eduardo Rovner circulaba con notable éxito por diversas ciudades europeas y latinoamericanas, este año el proceso parece empatarse en la Argentina. De aquí a fin de año el autor tiene previsto estrenar cinco piezas. A ellas se suma la actual reposición de Don Arturo Illia , en La Comedia y, a mediados de año, será el turno de otra reposición: Volvió una noche, en el Tadrón.
Las primeras producciones tendrán su estreno esta noche en la Ciudad Cultural Konex. Se trata de dos unipersonales cuya dirección está a cargo del mismo Rovner: Te voy a matar mamá , interpretado por Mercedes Funes, y Sócrates, el encantador de almas , cuyo protagonista es Luis Campos.
Dos mundos ligados a una misma realidad, la relación con la muerte. En el primero, una hija se prepara para asesinar a su madre; en el segundo, un profesor que se identifica con Sócrates, se interesa por los sentimientos de un hombre que prefirió la muerte antes que ceder a los ofrecimientos que le hacía la Asamblea Ateniense para conmutarle la pena. El prefirió beber la cicuta antes que relegar sus pensamientos.
Intentando reconocer una relación entre ambos materiales dramáticos, Eduardo Rovner considera que "aparecen, por un lado, desencuentros familiares y, por otro, cuestiones políticas y sociales. Me interesa, en general, escribir sobre el conflicto entre el deseo individual y las estructuras culturales que crea el hombre para organizarse socialmente. Conflicto que hace a la historia de la humanidad. Todo hombre necesita estructuras que lo contengan y le generen cierta seguridad y, por otro lado, lucha por la realización de sus deseos individuales. Creo que este par dialéctico es un motor para el avance hacia una síntesis que genera un conflicto? inestable, claro".
-Dos seres notablemente políticos asoman en su última escritura, Arturo Illia y Sócrates
-Sócrates surgió como consecuencia de observar la poquísima convicción de la mayoría de los políticos en sus ideas. Si Galileo es uno de los grandes héroes de la literatura dramática, a pesar de haber cedido frente a sus acusaciones, Sócrates tiene la particularidad de haber decidido, antes que dejar de filosofar y ser fiel a sus pensamientos, tomar cicuta. Tuve la pretensión de mostrar un personaje absolutamente opuesto a la gran mayoría que nos ofrecía la sociedad. Y diría que Don Arturo Illia también tiene esa ambición: la honestidad, la austeridad, la política nacional, la pobreza, en una sociedad que hasta se vanagloria de sus ansias materiales y muchas veces entrega el país sólo para enriquecerse como socios de quienes se quedan con todo.
-Le está interesando detenerse en personajes específicos, ahondar más en una conducta individual? ¿Por qué?
-Creo que el gusto por los personajes singulares, específicos, tiene que ver con una estética que se me ha ido afirmando y quizá sinteticé en mi gusto por el cine de los hermanos Cohen y las palabras de Peter Brook acerca de lo increíble pero posible. Esto lleva a situaciones absurdas, a veces caricaturescas, tanto dramáticas como cómicas, ridículas, siempre sorpresivas, en las que podríamos reconocernos. Respecto al ahondamiento me interesa indagar en el fluir del inconsciente, descubrir las razones de las conductas de las personas-personajes.
-La dirección es ahora también una actividad en su carrera. ¿Cómo se va dando este proceso de la escritura en escena junto al actor?
-Empecé a dirigir en 2000. En un principio me decidí a hacerlo porque quería que lo que se expresase en el escenario fuese lo que la obra proponía, pero inmediatamente me di cuenta que escuchando y viendo el texto en boca y cuerpo de los actores aparecían otras lecturas que me interesaban más que las que se me habían ocurrido mientras escribía. Tanto que quito, agrego o cambio textos en función de lo que va surgiendo. Ahora la dirección me resulta tan fascinante y creativa que en los planes de actividad para cada año siempre incluyo, además de la escritura, una o dos direcciones.
Entre los proyectos que siguen en la agenda de Eduardo Rovner figuran los estrenos: El otro y su sombra , en el Tadrón, con dirección de Christian Barrientos, en mayo; Viejas ilusiones y El padre, el hijo y espíritu volátil , dirigida por Liliana Malkin, en julio; y El tren de soñar , con dirección de Corina Fiorillo, con fecha a confirmar.
Carlos Pacheco

 Link: http://www.lanacion.com.ar/1363946-ser-autor-y-ser-director

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